¿Te endeudarías por un jacuzzi hinchable? La trampa financiera más absurda (y burbujeante)
En la lista de las “100 maneras absurdas de endeudarte”, esta historia se lleva la palma: comprar un jacuzzi inflable como si fuera una inversión en bienestar… cuando en realidad es una bomba de humo para tu bolsillo.
Suena tentador, lo sabemos. Lo viste en Instagram, en TikTok o en ese reel de “renueva tu terraza por poco dinero”.
Pero la realidad es otra. Y muchas veces, mucho más dolorosa para tu cuenta bancaria.

El jacuzzi hinchable: ¿lujo accesible o trampa de plástico?
Un jacuzzi de verdad cuesta miles de euros.
Uno hinchable, apenas unos cientos. ¿Dónde está la trampa entonces?
Así es como te venden la ilusión
- “Autocuidado asequible”
- “Spa en casa por menos de 500 €”
- “Ideal para relajarte sin obras ni complicaciones”
Pero la mayoría de estos argumentos son puro marketing inflado (como el propio jacuzzi).
La cruda realidad de estos caprichos hinchables
Lo que no te dicen antes de comprarlo
- La temperatura nunca sube lo suficiente (sobre todo si no vives en Canarias).
- Se desinfla, se estropea o se pincha con facilidad.
- El mantenimiento es tedioso y costoso.
- Ocupa un espacio absurdo en la terraza.
- Y cuando te aburres… no puedes venderlo, porque nadie lo quiere.
Y ahí estás tú: pagando a plazos un objeto voluminoso, ineficiente y olvidado.
El error no es tenerlo, es endeudarte por él
Lo barato sale caro… y lo innecesario sale carísimo
Hay cosas que pueden parecer una buena idea al principio, pero si no hay una necesidad real, planificación o presupuesto claro, lo más probable es que terminen siendo otra forma de tirar dinero.
Endeudarte por un capricho temporal es una receta perfecta para el arrepentimiento financiero.
Conclusión: si no lo usarás cada semana, no lo compres
Antes de darle a “pagar en tres plazos sin intereses”, pregúntate con honestidad:
¿Voy a usar esto realmente o estoy comprando una fantasía vendida por redes sociales?
¿Conoces a alguien con un jacuzzi hinchable criando polvo en su terraza?
Compártele este artículo. A veces, reírse de los errores (propios o ajenos) es el primer paso para mejorar las finanzas.