Una de las situaciones más angustiantes que vemos a diario en nuestro despacho es la de personas honestas paralizadas por el miedo. Clientes que hacen malabarismos imposibles, reduciendo su presupuesto de alimentación o suministros básicos, solo para poder pagar la cuota de un préstamo.
El miedo al «qué dirán», el temor a que nos llamen morosos o la vergüenza de que el proveedor del servicio se entere, bloquea a muchas familias. Sin embargo, desde el punto de vista legal y humano, la prioridad debe ser clara: primero está tu subsistencia.
Hoy queremos desmontar los mitos sobre las financiaciones al consumo y explicarte por qué priorizar tu bienestar no es un delito.
El miedo irracional: «El dentista se va a enterar»
Es muy común que las deudas provengan de financiaciones vinculadas al consumo. El ejemplo clásico es el tratamiento dental, pero aplica igual a una reforma de cocina o la compra de un vehículo financiado.
Cuando sugerimos a un cliente insolvente que debe dejar de pagar esas cuotas para poder vivir, la respuesta suele ser de pánico: «No puedo hacer eso, tengo que volver a la clínica la semana que viene, ¿qué van a pensar?».
Es fundamental entender cómo funciona el negocio de la financiación para perder ese miedo.
¿Cómo funcionan realmente las financieras y los comercios?
Cuando financias un servicio (como un tratamiento dental), ocurren tres cosas que a menudo el consumidor desconoce:
- El proveedor cobra al momento: La entidad financiera paga al dentista (o al comercio) el importe total del tratamiento de inmediato. El dentista ya ha cobrado por su trabajo.
- La deuda cambia de manos: Tú ya no le debes dinero al dentista; se lo debes al banco o financiera.
- Las comisiones ocultas: En muchos casos, el comercio actúa como un intermediario comercial y cobra una comisión por venderte esa financiación.
Por lo tanto, el proveedor del servicio tiene la obligación de terminar el tratamiento porque él ya ha recibido su dinero. La relación económica ahora es exclusivamente entre tú y la entidad financiera.
Desmontando el mito: La confidencialidad de tus datos
Otro gran temor es la exposición pública. Muchos clientes creen que, si dejan de pagar la cuota, el banco llamará al comercio para informarles de la morosidad.
Esto es falso.
Las leyes de Protección de Datos son estrictas. La entidad financiera no va a enviar un comunicado a tu clínica dental ni a la tienda de muebles diciendo que eres moroso. Si dejas de pagar porque no puedes asumir la deuda, es un asunto privado entre la entidad bancaria y tú.
Deuda no es delito: El principio de subsistencia
Llegamos al punto más importante de este artículo. La ley protege la dignidad humana. En situaciones de insolvencia, existe un principio de sentido común que también se refleja en el espíritu de la Ley de la Segunda Oportunidad: la supervivencia económica de la persona física está por encima del derecho de cobro de los acreedores.
Si tienes que elegir entre llenar la nevera o pagar una cuota, la elección, aunque dolorosa, debe ser siempre la primera.
La culpa no te corresponde
La sociedad nos ha enseñado a sentir una culpa inmensa si no podemos cumplir con nuestros pagos. Pero cuando la insolvencia llega por causas sobrevenidas (pérdida de empleo, subida de tipos de interés, inflación, enfermedad), esa culpa es infundada.
Haber firmado un contrato de financiación no te obliga a pasar hambre. Deuda no es delito. Es un problema civil y financiero que tiene solución legal.
¿Qué hacer si ya no puedes pagar?
Si te encuentras en la encrucijada de elegir entre tus gastos básicos y tus deudas, es el momento de actuar, pero no escondiéndote, sino buscando protección legal.
Dejar de pagar sin más puede derivar en embargos. Sin embargo, dejar de pagar como paso previo a acogerse a la Ley de la Segunda Oportunidad es el inicio de la solución.
En nuestro despacho no solo te ayudamos con el trámite legal para cancelar tus deudas; te acompañamos para gestionar ese miedo y esa ansiedad. Te explicamos cada paso para que entiendas que priorizar tu vida no te convierte en una mala persona, sino en alguien que está tomando las riendas para solucionar su situación.
No estás solo/a en esto. Hay salida y empieza por recuperar tu tranquilidad.